Desde mediados del siglo XVII y especialmente en el siglo XVIII - que corresponden a los reinados de Luis XIV (el Rey Sol), de Luis XV y de Luis XVI y su esposa María Antonieta, la moda francesa se impuso en diversos países europeos. Los vestidos femeninos tenían un corpiño ajustado, escote bajo que se prolongaba en una pechera de encaje y estaban adornados con cintas y lazos. Las mangas, ajustadas hasta el codo, terminaban con un volante de encaje. La falda era amplia, sostenida con enaguas acolchadas.
En el atuendo, la peluca usada tanto por hombres como por mujeres tuvo gran importancia. Por lo común era blanca con varios bucles, y en la parte posterior terminaba en un rodete o trenza. También las joyas tenían gran importancia como complemento de la magnífica vestimenta.
Por lo general, las damas lucían anillos y pulseras muy espléndidos.
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