Entre los turcos, el traje femenino se diferenciaba del masculino no tanto por el corte como por los tocados y los adornos. Las mujeres también usaban pantalones largos, muy anchos y sujetos a la cintura con un cordón y también en los tobillos, y una camisa debajo del pantalón o sobre el mismo. La camisa se confeccionaba en hilo blanco o telas muy suaves y finas de diversos colores y negras. Solían tener bordados de seda en el cuello y bocamangas y encajes en la abertura del pecho. Debajo de la camisa se usaba un camisolín muy escotado que bajaba hasta las rodillas y que, por lo general, no tenía mangas. Encima se colocaba un sayo que caía hasta los tobillos, con mangas cortas y anchas o largas y ceñidas. Las mujeres usaban velos de gasa o de muselina blanca. A veces, el velo se fijaba en la gorra y se echaba por la cara, dejando libres sólo los ojos, y se volvía a prender en el punto de salida.
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