Entre los chinos el traje femenino, salvo en algunos detalles, era semejante al masculino. Las damas de categoría usaban una redecilla de malla espesa de seda, camisa corta abierta por delante, anchos pantalones sujetos a los tobillos para que resalten los pies pequeños, o túnica larga. Sobre ella se colocaban una prenda amplia, abierta por delante y cruzada que podía abrocharse a un lado, con mangas muy anchas que servían de manguito, ya que para una china era algo desagradable mostrar las manos o los pies. Un adorno característico era una bufanda larga con las puntas caídas o una banda cruzada en el pecho que se ataba a un lado. Los zapatos eran de suela gruesa, plana o inclinada de tal modo que el pie llegaba a sostenerse por la punta de los dedos. En invierno esta prenda estaba forrada con pieles. El peinado variaba de acuerdo con la localidad, pero en general se hacían una o varias trenzas y las arrollaban en un rodete sobre la cabeza sujetándolas con dos agujas. En las sienes usaban adornos de flores o de perlas.
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