Uno de los detalles más característicos de la vestimenta femenina en la época medieval, especialmente a partir del siglo XIII, fue el tocado. Al principio, el cabello de las mujeres se ocultó debajo de un pañuelo o toca con una corbata o barboquejo que cubría la cabeza y el cuello.
Más tarde, vino la moda de una pequeña toca semejante a una coronita de tela blanca sujeta por medio de una cinta a la barbilla. En el siglo XV hicieron su aparición los turbantes, que cubrían enteramente los cabellos. Algunos presentaban formas extravagantes y consistían en grandes rollos rellenos.
Los tocados puntiagudos o hennins ofrecían formas y tamaños diversos, pero en la mayoría de los casos iban acompañados por un velo que flotaba libremente.
Es curioso señalar que estos tocados alcanzaron tal extravagancia, que debió ser reglamentado su tamaño de acuerdo con la posición social de las mujeres que los llevaban. Los materiales más empleados para el tocado eran sedas, terciopelo e hilos de oro.
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