A partir del siglo XV como ya hemos señalado en notas anteriores, las mujeres comenzaron a usar un verdadero vestido llamado robe. El mismo tenia las características del vestido moderno: corpiño y talle ajustado, falda amplia, mangas estrechas y escote grande. La cabeza estaba siempre cubierta por una toca que presentaba diversas formas y tamaños, desde los simples velos hasta los voluminosos turbantes con rollos rellenos.
En invierno las mujeres se cubrían con una capa amplia, con adornos en los bordes y forradas de pieles. Las joyas más usadas eran pesadas cadenas de oro y cinturones de cuero con piedras preciosas y también de oro.
En esta época empezaron a generalizarse los guantes, que se fabricaban con cuero de gamo u otros ciervos, de cabrito o liebre. Las telas cobraron también gran significación; los tejidos de lana procedían de Inglaterra o Flandes y las sedas vistosas, de Italia.
Pero a partir del siglo pronto se establecieron las primeras tejedurías de seda en Lyon y de terciopelo en París, con lo que la moda francesa adquirió notable importancia.
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