En la época del Renacimiento y, particularmente, hasta 1550 se usó en Inglaterra un tipo singular de sombrero femenino. Se trataba de un sombrero a dos aguas, con caídas a ambos lados, que se colocaba sobre una cofia o toca de hilo blanco muy ajustada y que se dejaba ver sobre la frente.
Las caídas estaban ricamente bordadas con perlas, piedras preciosas e hilos de oro y de plata. Otros modelos constaban de una gran caída que partía desde lo alto de la cabeza y que, a veces, llegaba hasta el suelo.
Los hombres usaban también tocas de terciopelo con estas largas caídas, o birretes de terciopelo adornados con plumas. Los accesorios tenían gran importancia, como el cuello de la camisa de los hombres, que tenía delicados bordados negros, y los guantes de seda acuchillados.
Las joyas más comunes eran gruesas cadenas de oro de las que pendían piedras preciosas y perlas. Estas últimas eran las preferidas, sobre todo en época de Enrique VIII, ya que el mismo monarca las usaba.
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