En la época de Enrique VIII, los hombres usaban largas calzas cosidas, abultadas y acuchilladas, y una túnica bordada que llegaba hasta las rodillas. La camisa también era una prenda muy común, y el cuello tenía un volante estrecho o un dobladillo recto bordado en seda negra. Algunas camisas tenían la pechera bordada en negro y también con hilos rojos y dorados. Tanto las damas como los caballeros, usaban anillos en los dedos de ambas manos, preferentemente en el pulgar, el índice y el del medio.
Del cuello pendían pesadas cadenas de oro con medallas o piedras preciosas y perlas. Por influencia de la moda francesa, los hombres empezaron a usar el cabello corto y la barba recortada. Los sombreros adoptaron formas muy variadas: los había de ala ancha con adornos de plumas, gorros pequeños, birretes de punta como un techo a dos aguas, etcétera.
El calzado era de cuero fino, y también de terciopelo acuchillado, con la punta cuadrada y adornos de piedras preciosas.
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