La transformación del traje en su parte principal en Rusia se produjo en el siglo XVIII; sobre todo, durante el reinado de Pedro el Grande. Los hombres usaban camisas con cuello estrecho, ancha, corta, lisa, alrededor del cuello y en la espalda. En la abertura del pecho y alrededor de las bocamangas tenían bordados de colores de seda, oro y perlas.
Los pantalones eran anchos, y sobre la camisa se colocaban un caftán estrecho que les llegaba hasta las rodillas, con mangas tableadas en el extremo.
Para salir vestían, además, un ropón de damasco, raso o brocado que llegaba hasta el pie. Este ropón iba adornado con botones o cordones y borlas y un cuello de piel. En la cabeza usaban gorras de fieltro blanco con guarniciones de piel, y cuya forma variaba según la dignidad del personaje. Así, la de los príncipes era alta y adornada con piel de zorro o marta y adornos de oro y perlas. Las damas de posición elevada llevaban un largo ropón, y sobre el mismo una capa adornada con pieles en los bordes.
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