Desde fines de la Edad Media y durante la época del Renacimiento, el tocado femenino adquirió gran importancia como complemento del atavío. La utilización de diversos materiales contribuyó a darle gran variedad y atractivo. En una época en que el vestido comenzaba a aparecer como tal, diferenciándose de la túnica el tocado contribuía a realzarlo y, en cierta manera, indicaba la condición social de quien lo llevaba. Las damas de la nobleza usaban una gorrita de hilo con barboquejo y sobre ella una corona. Otras veces, la corona se colocaba sobre una redecilla de lana tejida o cordones anudados de seda, oro o plata. También se usaban turbantes de dos o más telas combinadas, como terciopelo, brocado, seda, etc., bordados y adornados con piedras preciosas, plumas de garza, etc. Los cabellos se llevaban largos, con raya al medio y formando trenzas, que se arrollaban en espirales a ambos lados del rostro.
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