Hacia el siglo XVII en España el color negro era considerado el más elegante y se usaba en las fiestas y en las celebraciones especiales. Los hombres vestían un jubón o vestidura ajustada a modo de chaleco, con un faldellín corto y mangas acolchadas sobre una camisa blanca de hilo o seda bordada. Las bragas eran cortas y abultadas: el calzado llevaba adornos y las medias eran tejidas y de seda. En invierno usaban una capa corta o un capote, con cuello grande, que les llegaba hasta la mitad de las piernas.
Las mujeres llevaban un vestido con miriña que daba amplitud a las faldas. Por lo general era de terciopelo o de raso, adornado con cintas y bordados. Las golillas, guarnecidas de encajes en los bordes, remataban el cuello y los puños. Tanto los hombres como las mujeres lucían pesados collares de oro con piedras preciosas engarzadas.
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