De nuevo nos
encontramos ante un accesorio de la moda que nace de la necesidad, en
este caso de la necesidad de proteger la vista de las radiaciones
solares.
Pero para encontrar el primer antecedente histórico de las gafas de
sol tenemos que trasladarnos hasta hace más de 12.000 años. Ya en esa
época, los pueblos esquimales hicieron gala del ingenio suficiente para
fabricar con conchas, huesos o madera unos artilugios que reducían la
cantidad de luz que entraba en los ojos, evitando así la ceguera que
puede llegar a producir la luz del sol al reflejarse en la nieve.
Para encontrar las primeras lentes de sol propiamente dichas, en
necesario avanzar hasta mediados del siglo XIII, cuando James Ayscough
empezó a experimentar con cristales tintados para encontrar remedios
eficaces a problemas de visión. Desde entonces, la presencia de las
gafas de sol en la historia ha sido constante. Así, se dice que ya en
el siglo XV los jueces chinos ahumaban sus lentes para ocultar la
expresión de sus ojos durante los juicios.
Tal y como se conocen hoy en día, las gafas de sol no comienzan a fabricarse en serie hasta 1929.
A comienzos de
los años 30, muchos aviadores se quejaban de que el sol les provocaba
dolores de cabeza y náuseas y les deslumbraba cuando ejecutaban
maniobras delicadas. Para poner remedio a esa situación, en 1933, el
Ejército de los EEUU encargó a la empresa especializada en tecnología
óptica Bausch & Lomb que creara unas gafas con lentes polarizadas
para proteger a sus pilotos de la luminosidad en las altitudes.
De esta forma
nacieron unas gafas anti brillo, conocidas como «Ray-Ban», por la
contracción del inglés «ray banner» - «barrera contra los rayos». En
1937, se autorizó su venta al público. Habían nacido las míticas Ray
Ban Aviator, unas gafas de sol que se convirtieron en un elemento más
del uniforme de la aviación estadounidense durante la Segunda Guerra
Mundial.
Con la llegada del
movimiento hippie, ya en los 60, las gafas de sol se convirtieron en un
complemento chic y popular, que era posible encontrar en todas las
formas, tamaños y colores imaginables. Desde entonces, este útil
accesorio inventado por el pueblo inuit se ha convertido en
indispensable para millones de personas.