La
vocación de Ion fiz por la moda es innata, desde muy temprana edad el
pequeño Fiz pasaba las horas dibujando figurines, coloreando vestidos,
buscando gamas cromáticas, tocando y seleccionado tejidos. Su
fijación por la costura surge en el taller de su abuela, modista de
Alta Costura donde las Mujeres buscaban el mejor vestido. Así, desde
ese taller, contemplaba la caída del tejido, la proporción del
vestido, las pruebas de costura... observando y, muy pronto,
practicando en búsqueda de la perfección a través de la exigencia
técnica y artística.
Empezó
haciendo sus primeros y prematuros “pinitos” estudiando y analizando
la composición y comportamiento de los tejidos, la arquitectura del
patronaje, un corte preciso y confección impecable para conseguir un
buen vestido, una pieza de Alta Costura..
Esta moda, que apareció por primera vez en Estados Unidos, y
que se ha extendido a otras latitudes, sobre todo en Singapur donde
está creando alarma entre la población médica, consiste en aplicar unas
inyecciones de tinta entre la esclerótica y la conjuntiva, de tal
modo que el pigmento queda entre ambas capas y se extiende por todo el
ojo.
Los expertos advierten sobre las consecuencias de este
tratamiento que es irreversible ya que la esclerótica puede ser un
foco de infección, especialmente tras varias inyecciones. Y estas
infecciones pueden provocar la ceguera.
Muchacha asiática con los ojos tatuados, una práctica irreversible.
El
tatuaje o tinte de ojos no es un invento reciente. El médico y filósofo
Galeno de Pérgamo ya practicaba en el año 150 antes de Cristo la coloración de córnea para intentar la curación del glaucoma,
y en el siglo XIX el cirujano Louis von Weker aplicaba también tinta
china para tratar el leucoma. Hasta el siglo XX, sin embargo, no se
empezó a utilizar desde una vertiente estética, y en los últimos años
se ha popularizado entre presos como señal de pertenencia a una banda
criminal.